CUENTO PLAN ARRATIA http://www.planarratia.es.tl/
CAPITULO 1º
LAS ANDANZAS DE ANDREU, EL HUMILDE PASTORCILLO
Había un bonito país, en el que las cosas no iban del todo bien. Había bonitas montañas, preciosas playas, había terrenos con vistas increíbles y las huellas de su intenso pasado. Había infraestructuras (que a muchas de ellas, no se les sacaba partido). Había posible apoyo logístico. Ese país tenía muchas personas que querían trabajar y no podían. Ese país tenía muchas personas que querían dar trabajo, pero no podían, porque pondrían en peligro su patrimonio. Había artesanos y artistas desilusionados, porque no se les valoraba su trabajo. (Sabían que ellos eran el querido reflejo del pasado, y los trovadores que nos hacían olvidar los problemas cotidianos). Había ganaderos y agricultores que no les importaba a nadie los gastos que tuvieran. Había comercios desilusionados, porque tenían que pagar tantos impuestos que no podían mantener a sus trabajadores (lo mismo pasaba a las fabricas y a los sectores de servicios). La población de aquel País sin trabajo no podía hacer frente a sus pagos. Había personas discapacitadas, que cada vez, con sus limitaciones, veían un futuro más gris. Había una generación admirable, (pocas veces admirada y escuchada.
Esa generación eran los jubilados de aquel país. Ellos lucharon en el pasado enfrentándose a condiciones muy duras; fueron ejemplo para padres e hijos. Aquellos jubilados en su juventud y posteriormente en su época de plenitud, para que lo entendáis niños, se afianzaron en unos ideales. Ellos se decantaron en su mayor parte, por dos equipos de futbol: un equipo llevaba camiseta roja y otro equipo llevaba camiseta azul. Durante años aquellos abuelitos, querían que su equipo ganara; y tenían duras pugnas con los hinchas del equipo rival. Posteriormente en aquel precioso País, al escucharles, a esos adorables abuelitos, no les gustaba como jugaban sus equipos. Ellos decían (de los jugadores): “SOLAMENTE SE DEDICAN A PROTESTAR, CUANDO ESTAN JUGANDO Y SE ECHAN LAS CULPAS UNOS A OTROS”. A ellos no les gustaba el juego que practicaban los equipos. Ellos me comentaban que habían aprendido una lección. “NO SOLAMENTE TIENES QUE QUERER A TU EQUIPO DE FUTBOL POR FANATISMO, SINO QUE AL EQUIPO RIVAL LO VALORAREMOS CUANDO JUEGUE BIEN”.
Disculpad, que no me haya presentado antes, yo soy Andreu un humilde pastorcillo que tiene 40 años de edad. Durante gran parte de mi vida, (aunque digan que no escucho, porque hablo mucho) escuché, me puse en el lugar de los demás, y con mis mil defectos y mis virtudes, como todo el mundo; intenté dar o al menos buscar alguna solución.
Como os iba diciendo, dentro de este cuento, los jubilados de ese país, de camiseta roja, de camiseta azul y de muchos otros colores de camiseta, me animaban a seguir hacia adelante con mis proyectos: “DILES A LOS JUGADORES, A LOS EQUIPOS, A TODOS SIN EXCEPCIÓN QUE UNAN SUS FUERZAS”. Para mí, humilde pastorcillo era una satisfacción, que jubilados de muchos equipos;(Que entre ellos, habían discutido por fanatismo, mucho ratos de ocio de su sacrificada vida), verles con ilusión unidos animándome a seguir con mi plan. En ese país nació hace mucho tiempo una persona llamada Julia Arratia, que desde mi niñez, me enseño algo muy importante: “no siempre las cosas son lo que parecen”. Julia, era una persona sencilla, cariñosa, sincera, no tenia sentido de la vergüenza, era buena persona; mucha gente se burlaba de ella por ser así de natural y espontánea. Durante muchos años admiré, y hoy en día sigo admirando a esa persona. Ella desde el cielo y con la ayuda de otros seres queridos, me guiaba para llevar a cabo mi plan. Yo, humilde pastorcillo, tenía un plan, que lo bautizaría como “PLAN ARRATIA”. En ese precioso país había muchas personas que me podrían escuchar y ponernos manos a la obra:
-Había un rey, como en todos los cuentos. -Había un gobierno. -Había una oposición en el gobierno (que debería complementar al gobierno con ilusión y con ánimo). -Había periodistas (que aplaudían mi apuesta).
-Había comunidades autónomas y dos ciudades muy bonitas. -Había una bonita península, preciosas islas y dos bonitas ciudades bañadas por el mar. -Había diputaciones ,(niños, para que entendáis lo que es una diputación, es como si fuera el papa de todas las personas que viven en la capital de provincia, las ciudades y pueblos de dicha provincia). -Había personas que velaban por los intereses de los trabajadores. -Había personas que velaban por los intereses de las empresas. -Había organizaciones que velaban por los discapacitados. -Había mucha gente que tenía buenos sentimientos y espíritu de lucha, para construir una sociedad mas justa. -Había jóvenes en universidades. -Había niños y jóvenes en colegios y centros de formación. A estos dos últimos puntos: a los niños y a la juventud habría que indicarles que con ética podrían tener oportunidad de trabajo y calidad de vida en su futuro.
Dejé mi rebaño y dejándolo todo me puse manos a la obra. Recapacité y pensé en voz alta:
“HE DEJADO MI REBAÑO, PERO YO TENDRE QUE VIVIR DE ALGO, AUNQUE YO QUIERA AYUDAR A LOS DEMÀS”.
Siguiendo con los ánimos de los jubilados, con la ilusión de los discapacitados, yo tenía que dar soluciones, para, que la juventud, pudiera vivir mejor el día de mañana; y unir a trabajadores y empresas.
HOY, TODAVÍA, ESTÁ AQUEL ÁRBOL; DONDE MARQUE MI FUTURO, MI APUESTA: “EL 80% DE LOS BENEFICIOS DEL PLAN ARRATIA, PROPORCIONARÍA O MANTENDRÍA, PUESTOS DE TRABAJOS, A LOS MÁS VULNERABLES, DE LA SOCIEDAD
T O B E CONTINUED ( CONTINUARÁ)
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